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EL TERRITORIO Y PAISAJE DE CLUNIA

Los restos de la ciudad Romana de Clunia se encuentran en lo alto de un cerro en forma de muela denominado Alto de Castro en el término municipal de Peñalba de Castro, pedanía del Ayuntamiento de Huerta de Rey. Constituye una pequeña anomalía orográfica ya que presenta una gran superficie plana en la parte superior con una extensión de 130 hectáreas y una altitud que supera ligeramente los 1000 m que generan un paisaje muy característico.

EMPLAZAMIENTO

El yacimiento de Clunia forma parte de un paisaje natural y cultural que se retroalimenta de todo lo que tiene a su alrededor, porque constituye su propia memoria. El paisaje natural de Clunia, en un sentido amplio, es el primer nivel de ese complejo valor. Por su ubicación la Clunia romana responde a una meditada decisión, coherente con el modo de hacer de Roma, situada en una posición dominante y con espacio suficiente para su desarrollo, la ciudad de Clunia ocupó todo el Alto de Castro, frente al Alto del Cuerno, donde se encuentran los vestigios de la antigua ciudad celtibérica. Los restos excavados nos muestran la existencia de un conjunto urbano importante dado el porte de sus edificios públicos y de la riqueza que muestran los hallazgos arqueológicos. En un entorno relativamente amplio se encuentran vestigios de época celtibérica y, en mayor medida de época romana, tanto en los yacimientos catalogados como en los restos dispersos por las poblaciones cercanas: tramos de calzadas, puentes, villas romanas, etc. 

En este orden de cosas llama la atención los restos de sillares y fragmentos de decoración arquitectónica de clara adscripción romana, reutilizados por los alrededores, en todo tipo de construcciones, especialmente en la cercana Peñalba de Castro construida en su totalidad con restos de la antigua ciudad romana. Un paseo por la población entre sus casas nos permite disfrutar de un interesante museo al aire libre. Clunia se asienta sobre un cerro testigo de techo plano, de 1 km2 de superficie, formado por materiales geológicos del Mioceno continental, medio y superior, del Valle del Duero. Estos se depositaron en una cuenca cerrada, sin salida al mar, hace, al menos, unos 5 millones de años. Después, el río Arandilla y cauces cercanos se unieron a la red fluvial de la cuenca del Duero y se inició un proceso erosivo, que fue dejando cerros aislados como el Alto del Cuerno, Llano, Muela y Clunia.

El entorno de Clunia presenta la factura típica del paisaje agrario de la depresión, pero también participa del paisaje de la superficie de los páramos, donde las calizas afloran, los suelos son poco aptos para el cultivo; en consecuencia se han conservado bosquetes más o menos degradados de quejigos y encinas chaparras. En las cuestas, límite del páramo y la campiña, la erosión fluvial ha dejado aflorar margas y margas yesíferas que solo permiten el desarrollo de tomillares y salvias.

En los espacios forestales el conjunto de especies que hoy se pueden encontrar, tanto de formación arbórea como de monte bajo, muestran distintas etapas de colonización y evolución vegetal, resultado de un proceso temporal en el que interfieren los factores climáticos, edáficos y esencialmente humanos.

Las roturaciones, el pastoreo, los incendios, el carboneo y las deforestaciones sucesivas han ido mermando los bosques y mohedas de robles, encinas o sabinas, en favor de las sernas cerealistas y los pastizales. Por ello, la preponderancia en otros tiempos de especies frondosas, se ha visto mermada por el avance de las coníferas procedentes de repoblaciones que han aumentado su superficie a expensas de la reducción de aquellas. Por otra parte, a lo largo de las corrientes de agua, se crean espacios concretos de humedad, a los que corresponde una vegetación de ribera o ripícola. La explicación de lo que ha sucedido en Clunia a lo largo de la historia la hallamos en el medio natural, su orografía y sus recursos.