HISTORIA
Somos en gran medida herederos de Roma y su cultura. Su lengua, su derecho, sus manifestaciones artísticas, sus grandes obras de ingeniería, su red viaria, las ciudades que fundaron y su propia concepción urbanística, hasta sus cultivos y técnicas agrícolas y sus explotaciones mineras perviven aún entre nosotros, después de dos mil años. Las primeras noticias en la historia sobre Clunia y los clunienses se conocen por su relación con Roma y solo a través de los ojos de Roma, es decir, según los autores romanos. A partir de ahí la arqueología ha podido ir ampliando y precisando el conocimiento histórico de Clunia y de su territorio.
CLUNIA CELTIBÉRICA
Antes de la llegada de los romanos los habitantes de esta zona formaban parte de las tribus arévacas. No se sabe mucho de sus núcleos de población pero parece seguro que ocupaban lugares altos y de fácil defensa, como el Alto del Cuerno. Estos arévacos llamaban Clounioq a su territorio, término que posteriormente derivará en Clunia. Por los restos localizados en el Alto del Cuerno, frente a la meseta ocupada por Clunia, parece que ese pudo ser el emplazamiento de la población indígena ya que no se conocen, hasta la fecha, restos arévacos en el Alto de Castro donde se asentaron los romanos.
Pero ¿qué sabemos de esa nueva ciudad? ¿De ese nuevo núcleo con una visión organizativa muy diferente a la de las antiguas tribus que habitaban la Península?
CLUNIA ROMANA
Desde el reinado de Tiberio (14-37 d. C.) Clunia debe contar con estatuto de municipio romano pues, en ese mismo momento, acuña monedas, ases y semiases con su efigie y los nombres de los magistrados de la ciudad (quattuor viri y aediles). Por Plinio sabemos que es capital de convento jurídico a mediados del s. I d. C., pasando a ser el centro jurídico y religioso de un amplio territorio con el que se comunica por medio de importantes vías que pasan por la ciudad o próximas a ella. En el siglo II d.C., Ptolomeo se refiere a ella, por primera vez, como Colonia Clunia Sulpicia. Ambos autores hablan de la extensión del convento entre la cuenca alta del Ebro con la salida al Cantábrico y la cuenca alta y media del Duero.
Es en el s. I d. C., momento en que sabemos que se convierte en capital del convento jurídico, cuando se sucede la construcción de los edificios públicos. El nuevo estatus territorial de la ciudad va acompañado de una serie de intervenciones arquitectónicas, enfocadas a sus nuevas funciones. Por un lado aparecen nuevos edificios de carácter público, por otro se modifican los ya existentes ante la variedad de orientaciones urbanísticas que presenta Clunia. Lo que no deja de ser curioso para una ciudad de nueva planta.
A partir del S. II la vida en la ciudad no se desarrolla como estaba previsto. La ciudad inicia un drástico proceso de transformación con el que adaptarse a una nueva situación, desligada de fastos e intereses imperiales y sin duda más preocupados de pervivir, contando solamente con sus posibilidades y respondiendo a sus propios intereses. Estos cambios deben entenderse como una reconversión que, a juzgar por la circulación monetaria y cerámica, fue un éxito hasta el s. V d.C. y, se sirvió, del urbanismo, la arquitectura y las estructuras domésticas de la ciudad del s. I. d.C.
En el 222 la ciudad sigue manteniendo la capitalidad del convento a pesar de su degradada situación urbana y logra mantenerse en el tiempo a lo largo de los siglos III-IV y V.
Sulpicio Galba es el personaje más importante presente en la historia de Clunia. En recompensa a los servicios que había prestado en África Y Germania, fue recompensado con los ornamenta triunphalia y con un triple sacerdocio.
Galba se subleva contra Nerón y se refugia en Clunia, que recibiría el apelativo de Sulpicia en su honor. En la primavera del año 68 recibió informaciones que afirmaban que el emperador había cursado cartas con órdenes de asesinarlo. Galba reclutó una legión, la VII Galbiana que, convertida en gémina, sería con posterioridad la única de la Península, con sede en la actual ciudad de León. A ella se sumaba la única legión por entonces presente en Hispania, la VI Victrix.
En Clunia recibió noticia de la muerte de Nerón y viajó a Roma para convertirse en César.
CLUNIA DESPUÉS DE ROMA
Los testimonios arqueológicos documentan la continuidad de la ciudad hasta fines del s. VII pero su importancia en época visigoda decae, como parecen demostrar; su desaparición de las fuentes literarias, la carencia de ceca y la instauración de una sede episcopal en la vecina Uxama.
Esa pervivencia ha quedado reflejada en los testimonios arqueológicos. Clunia continúa funcionando como ciudad hasta fines del s. VII decayendo su importancia en época visigoda, como parece demostrar su desaparición de las fuentes literarias, la carencia de ceca y la instauración de la sede episcopal en la vecina Uxama.
Pese a su temprana cristianización, como demuestra la necrópolis alrededor de la Ermita de Castro, no consigue ser sede episcopal. Algún papel siguió desempeñando en el territorio del antiguo convento, acaso redefinido y dimensionado de una forma más acorde con los nuevos tiempos. Parece que, por lo menos hasta la llegada de Castilla al Duero, Clunia mantiene cierto grado de capitalidad en la administración de los nuevos territorios.
Con el tiempo el Alto de Castro pasó a propiedad de la Iglesia. A ello debió contribuir la devoción a la Virgen que se ha mantenido hasta el presente y que tiene un ilustre precedente en Santo Domingo de Guzmán. A lo largo de esos años los edificios de la ciudad se utilizaron de cantera pero de una forma controlada, al precisarse el consentimiento de la iglesia para extraer piedras. Entre la primera y segunda desamortización las tierras pasan a manos de particulares, acelerándose el saqueo hasta que toda la plataforma se convirtió en campos de cultivo.